lunes, 10 de agosto de 2009

Enterate de con quien te acuestas...antes de estar en la cama



Mucho se habló del "eterno femenino" y de lo misteriosas que somos las mujeres. Pero hete aquí que todo eso de "quién entiende a las mujeres” siempre salió de boca de hombres con pocas ganas de comprendernos.
No es cierto que las mujeres seamos difíciles de interpretar. Pero lo que sí es cierto es que a nosotras nos resulta mucho más fácil identificar de entrada a los hombres, porque no somos perezosas para estudiar al sexo opuesto. Ellos son para nosotras transparentes como niños, revelan cómo son en cada detalle, lo que permite que una mujer con un mínimo de sentido de observación no se embauque con el primero que pasa, creyendo que él es lo que no es.
Con esto quiero decir que aplicando el Método de McLuhan de la Mirada Crítica, una mujer puede evitar decepcionarse y perder una noche llorando amargada frente al espejo del baño de un hotel de citas.
La regla es muy simple: “ Así como un hombre es afuera de la cama, lo es también adentro.”

Un hombre desinhibido, que piensa en voz alta en su vida cotidiana, tampoco tendrá frenos inhibitorios en su vida íntima. Llamará las cosas por su nombre -nada de decir "eso", "ahí" "más abajo"- y pondrá en claro qué le gusta y qué no, desde el vamos. Nos bailará la Danza de los Siete Velos, y querrá hacer el amor en el auto "porque tengo ganas ahora y qué me importa si alguien nos ve".
Un hombre bromista y exhibicionista, de los que se ríen de todo, que no pueden hablar en serio ni en un velatorio, intentará hacer el amor parado de cabeza, y te recitará orgasmos cantados con ritmo de tango.
Los galanes a los que les importa más sus trabajados bíceps de gimnasio que la señorita que los acompaña, querrán hacer el amor de modo de poder mirarse al espejo e ignorar a su amiga. Y si a ella "no le pasa nada" será -por supuesto- culpa de ella que no sabe admirar los cuádriceps y abductores de él.
Los transgresores y rebeldes sin causa querrán hacer el amor en lugares públicos como el ascensor o la playa, porque la idea de infringir las reglas y escandalizar a la gente los excita más que el sexo mismo.
Los prolijos y meticulosos -los que se lustran las uñas y usan desodorante bucal después de lavarse los dientes- pasarán dos horas en el baño antes de acercarse a su amada en pijama blanco inmaculado. Higiene inútil, ya que para cuando él llegue, su amante, cansada de esperar, se habrá quedado dormida.
Los hombres conservadores y rutinarios -ésos que año tras año compran siempre el mismo pantalón, van al mismo peluquero y al mismo bar a pedir el mismo trago- también serán así en el sexo: no admitirán variantes. Lo harán hasta que se mueran de la misma manera, para lo cual siempre tardarán el mismo tiempo.
Un equívoco popular es creer que se puede esperar mucho de los deportistas. Con ellos la cosa no es tan fácil de deducir: o son locomotoras incansables, que con un poco de fútbol se aceleran más aún, o ponen toda la energía en el partido y al minuto 91 no sirven ni para rascarnos la espalda.
Los tímidos que piden permiso hasta para respirar suelen también pedirnos permiso para darnos un besito en la mejilla...y el momento del sexo no llega nunca. Tartamudean, transpiran, se ponen colorados, y dicen tantos "perdón", "Discúlpame", "¿Te molesta si...?", que dan ganas de replicarles con un abrupto "¿Y a ti te molesta si me voy?", ya harta de tantas vueltas y tan poco ímpetu. Pero una no hace eso por temor a que se pongan a llorar.
Los agresivos, cínicos y sarcásticos no se dulcifican a la hora del amor, sino que tienden a humillarnos:
"¿No estarás anémica? Hacete ver , porque con tantos huesos a la vista parecés enferma " o "Ah, esa panza no se te notaba estando vestida ... ¡je, je, je!".
Los que no son afectos a los abrazos, no nos abrazarán ni haciendo el amor; los que no besan de pies a cabeza a una mujer vestida, tampoco lo harán cuando la vean desnuda.
Los que siempre cambian de ideas, de planes y de menúes, también querrán variar en la cama: todas las posiciones sexuales existentes son pocas para ellos.
La desgracia de conocer a estos amantes apasionados es que así como quieren probar de todo con una, también querrán probar de todo con otras. En la variedad -también de mujeres- está el gusto para estos seres infieles e inconstantes.
Los taciturnos seguirán taciturnos, harán el amor en silencio, y si se los apura mucho responderán con algún monosílabo.
Los que son de lo peor son los fanfarrones sexuales, en quienes la regla es a la inversa: cuanto más hablan, menos hacen. Pueden pasar la velada contando proezas sexuales, pero cuando está en la cama contigo lo único que le apasiona es el mando a distancia de la tele .Y si le reprochas su indiferentes te dicen : “ Es que tú me pareces muy fría”.
Otros hombres de temer son los "cuidadores de mujeres", ésos que creen que fueron concebidos por el Espíritu Santo ya que sus madres, como sus hermanas, son asexuadas. Dicen que sus hijas no tendrán novio hasta los 36 años, y que todas las mujeres son unas putas porque deberían llegar vírgenes a la menopausia. Estos tienen tres esposas, cuatro amantes oficiales y cinco encubiertas, una secretaria seducida y una vecina que visitan asiduamente y que los espera siempre en baby doll. A todas las tienen engañadas, haciéndoles promesas que no cumplen. Hacen bien en cuidar a sus hijas y hermanas: ¡no sea cosa que se topen con hombres como ellos mismos!.

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