lunes, 10 de agosto de 2009

Casada con Laura -. Cuento erótico de Ana von Rebeur

No sé qué historia te va contar ella. Pero yo prefiero decirte la verdad.
Yo a Laura la sigo queriendo como el primer día. De hecho, creo que es la única mujer que quise de verdad. Tuvimos la enorme suerte de ser primero amigas y después pareja. Está bien que le hice una trampita, pero fue por amor. Ella no lo entendió así, y se puso paranoica, pensando que me pasaría la vida engañándola. Si te dijo que yo le mentí cuando le dije que era la primera mujer en mi vida, es cierto. Le mentí. Pero le mentí sabiendo que le encantaría pensar eso. Le mentí como quien da un regalo. Después de todo, todos los regalos son mentira. Un pañuelo es un cacho de tela, un libro es papeles, los bombones, por bien envueltos que estén, son chocolate con formitas. El acto de dar es lo que adorna. Bueno, yo le di esa mentira. Cambié el orden de los acontecimientos, si querés. Yo hubiera querido que ella fuese la primera., y así actué, como borrando todo lo anterior. Y fingí, para darle un gusto, qué se yo.
Laura es una mina grande, de experiencia, pero muy insegura. Creo que los años le caen fatal. Cree que porque soy más joven la voy a dejar por otra. Pero si yo estoy bien con ella, ¿por qué otra la voy a dejar? ¿Que más quiero yo que lo nuestro dure para siempre?
Yo nunca me tomé este tema de las relaciones muy en serio.
Primero, porque no me gustaba ningún chico. Ni pensaba en sexo. Solo quería tener amigos. Supongo que habré tenido un despertar sexual tardío. Después me di cuenta de que ciertas chicas sabían más de mí que lo que yo misma sabía. Yo les gustaba. Y gustar siempre es bueno. Eso me halagaba. A mi, que siempre me consideraron medio rea y rebelde, que me miraran con dulzura y me trataran bien, me resultaba muy nuevo, muy agradable .Y si una mina linda se fija en vos, te trata bien y te mima, tanto mejor. No me iba a resistir .Me dejé querer. Nos hacíamos amigas intimas. Y si ellas querían tocarme, yo las dejaba. Después, me copiaba de lo que ellas me hacían, para tratarlas igual. La verdad es que la pasé bien. ¿Viste que parezco mucho más chica de lo que soy? Bueno, creo que las chicas medio como que me adoptaban, más como hija que como amante. Muchos mimos, pero nada de “amor de mi vida”, nada de eso. Por eso Laura no tendría que angustiarse pensando en mi pasado. Yo me sentía virgen hasta que la conocí. Sólo cuando la conocí a ella, tan mujerzota, tan impactante, sentí reales deseos por una mujer, ganas de que fuera solo mía, ganas de voltearla, como quien dice. Decime si no tiene una boca como para mordérsela todo el día. Y unos ojos redulces.
Lo nuestro siempre anduvo muy bien, salvo por sus celos, Yo nunca pensé en serle infiel. No es culpa mía que las minas me miren. Será porque soy rara, qué se yo. Pero yo la elijo a Laura, y la volvería a elegir mil veces. No sé como explicarte que entre nosotras no hay problemas. Nos llevamos realmente bien. Tenemos los mismos gustos, los mismos ritmos, las mismas locuras. Decime qué mina se banca que la pases a buscar con un bolsito al trabajo y le digas “nos vamos a las Cataratas”, te diga que sí y largue todo. Decime con qué mina podés decidir pintar toda la casa de violeta y que no se queje. Decime con qué mina podés amasar ñoquis de calabaza toda una tarde y cagarte de risa porque llenaste todo de harina. Y con qué mujer podés pasarte un fin de semana mirando películas antiguas de Bela Lugosi, y que no diga que sos un plomo .Con Laura la paso bien en cualquier parte. Haciendo un picnic en la plaza, chusmeando en anticuarios, y hasta mirando llover en un café. La pasamos bien hasta en el hospital cuando su tía estuvo internada. Somos tan locas por los bichos que a veces pasamos un sábado entero recorriendo veterinarias, para mirar cachorritos y pececitos de colores. Otra te saca rajando con ese plan. Hasta estábamos por comprar un perro que nos haga de hijo. Y después, quién sabe, tal vez nos poníamos a buscar un bebé. Yo no me veo como madre ni a palos, pese a que soy la que tienen mejor edad de quedar embarazada. Yo le digo que tendría que ser ella la que quede embarazada, que es tan tierna, blandita y mamota. Y ella no quiere, tiene miedo del parto. Ves, ese si es un tema fuerte a resolver que nos quedó pendiente. Y si eso se habló es porque lo nuestro era auténtico y serio. Qué tema que una no calcula al ponerse de novia, ¿ no? ¡Una no puede ponerse a hablar de quién de las dos va a quedar embarazada cuando recién conoce una mina! Ni siquiera sabés si te vas a llevar bien, qué vas a hablar de hijos.
Fue una maravilla como nos repartimos los roles. Yo hacía todo lo de fuerza bruta porque flaca como me ves, te levanto un camión. Y ella hacía todo lo delicado y minucioso: coser, cocinar, decorar, porque es mucho más obsesiva que yo. Si yo me pongo a bailar por el living y ella después agarra el secador con el trapo y limpia todo, porque dice que no sabe donde me meto, que siempre vengo con tierra en los zapatos. Así que, como ves, nuestros roles van cambiando. Somos una pareja democrática. ¿O tengo que decir que lo fuimos?
Qué tristeza, dios mío. Es una pena que ella ya no confíe en mí. Por una mentira la primera vez, no significa que todo el resto haya sido mentira. Yo no fingí estar bien con ella. Estaba bien. Me encantaba estar casada con Laura. No me imagino conviviendo con otra persona, ni volviendo a lo de mis viejos, que no la podían ni ver. Yo me hice la sorprendida esa primera noche con ella, porque soy actriz. Y me salió bien. Y estaba chocha de que me saliera tan bien como para que ella, tan perceptiva, se lo creyera. Significa que soy buena actriz, ¿no? No me mires así. Ya entendí. Significa que soy buena pelotuda.
Y ahora, además, Laura se enteró de mi historia con Rocío. Y no se la pude negar. Que pasó, pasó, pero hace siglos. ¿Para qué le iba a contar, con lo celosa que es? Por no haberle contado, empezó a pensar que tuve una historia con cada mina que le mencioné alguna vez. ¿Cuándo voy a meterle los cuernos, si voy del trabajo a casa y de casa al trabajo? ¿Cuando iba a estar con otra, si cuando tenía un rato libre la pasaba a buscar por la oficina para ir a almorzar juntas? Yo sé que ella es franca y transparente y no tolera el engaño. Pero esa vez que le dije que era mi primera vez., lo hice como jugando. Ni siquiera la conocía, todavía. No quería estafarla, como dice ella. Lo hice de pendeja. Si podés, decíselo, por favor..
Vos pensarás que estoy chocha de que me haya dado una patada en el culo, de estar libre y soltera otra vez .No sé por qué todos piensan eso. Doy un look de loquita, nada más, por esto del pelo fucsia. Pero así como parezco liberada y zarpada, soy muy conservadora. No me interesa la noche ni el reviente. Está muy difícil eso de encontrar… no digamos una novia, sino una amiga de confianza. La gente se tiene miedo. Más en el ambiente gay. De entrada, no hay mucho para elegir. Tenés las que te quieren para una noche, o las que se te cuelgan del cuello sin importarles que vos te enamores o no. Ahora hay una nueva especie: las que quieren probar con una mina para ratonear al novio. Son las peores. Hacen papelones sin parar. Patéticas.
Esto antes no pasaba. Ahora estamos todos muy liberados, pero el precio de tanta libertad lo estamos pagando bien caro. Antes Virginia Wolf se enamoraba de Vita Sackville West porque Vita era bella y brillante. Ahora tenés que enganchar lo primero que salga de la bolsa de papas. Esto de salir de levante se está pareciendo a un deporte, no una búsqueda de conocer personas reales. Las revistas hablan de eso, los libros hablan de eso, la moda habla de eso, Parecemos obsesionados con el sexo y el amor, buscando pareja donde a nadie le importa realmente conocer al otro. Encima, salir con alguien es caro. Tenés que gastar celu con una desconocida, mailearle, invitarla con un trago, un cine, un taxi, un telo. Cuando te querés acordar, te gastaste 100 mangos en una boluda que sólo habla de sus traumas de la infancia y de zapatos. No, si esa ya la viví y me aburrí como loca. No me gusta ir de levante. Es creer que el amor es pedirle a una perfecta desconocida que haga realidad tus más íntimos deseos. Una locura. No puede haber peor preparación para el amor y el matrimonio que esta búsqueda idiota por la pareja perfecta. ¿Acaso alguien va a ser perfecta porque me gusta como le cae el pelo en la cara? ¿Va a ser buena conmigo porque tiene buenas gomas? ¿Va a estimularme intelectualmente porque tiene todos los dientes bien alineados? ¿Se cree que me voy a enamorar de ella porque se viste como un macho? ¿Como encontrás a tu amor en un bar? Y, lo que es peor: ¿Por qué va una mina a un bar un jueves a la noche? ¿No labura, no estudia? ¿O piensa conocer a una borracha como ella, con quien compartir noches de vino y cirrosis?
Decile a Laura lo que te estoy diciendo. Decile que no me interesa estar sin ella. Que no me gusta salir de levante. Es un plomo. Si yo quisiera encontrar una compañía que valga la pena para parar de salir de levante, tendría que salir tres veces más para poder encontrar a alguien. La gente te entra por los ojos. Y digamos la verdad: no todas son lindas. Yo me paro ahí y miro, y me parece que eligieron ser gays porque nacieron con narices torcidas, cejas peludas y patas cortas. Convengamos que la mayoría de la gente es fea, y que los ojos en un bar solo ven los defectos. Yo no puedo saber si una petisa es ingeniera, forra, mística o una diosa en la cama. Entonces, para poder descubrir el valor debajo de un aspecto fulero, yo tendría que circular más, ir a más bares. Que es lo que más me revienta.
Creo que todas deberíamos dejar de salir de levante. Pero no podemos, porque la única manera de parar eso es conocer a alguien. Y para conocer a alguien hay que salir más, primero para conocer una mina y después para descubrir que hay debajo de su nariz torcida, porque tal vez es un tesoro. Encima, capaz que una sale veinte veces con la misma y estás bárbaro, y a la veintiuno se manda un moco de los que te hacen ver que la idealizaste, que te creías que ella era como querías que fuera. Pero no. Ella es como es. Si yo salgo ahora de levante, aunque sea sin ganas, voy a querer que todas sean como Laura, y eso es injusto para todas. Pobres minas, qué saben ellas de Laura y de su manera de hacer el café con maquinita a presión, y de cómo corta los pimpollos del balcón uno a uno, y de cómo se pasa crema por las manos. ¿Por qué le voy a pedir a una mina que le gusta la cumbia que disfrute viendo seis veces la misma película de Alain Resnais? ¿Qué culpa tiene de que me reviente que me sirvan café instantáneo? La única solución para prescindir de Laura sería que yo me adaptara a la cumbia o a comer sushi sin chistar, y no es lo que quiero. Quiero ser lo más parecida a mi misma. Bastante que una se adapta con eso de tener que salir de noche cuando te caés de sueño. No quiero salir más de levante. Y tampoco voy a volver a salir con Rocío. Ni con Elvira ni con Anahí, porque ya estuve con ellas y salí rajando. Ya sé de qué se trata. Eso es historia antigua .Cero cenizas donde hubo fuego, cero curiosidad. Decile a Laura esto.
Ni aunque quisiera, podría cambiar a Laura por otra. No tendría con quién., en parte porque Laura es única y en parte porque no hay minas. Esto no se lo vayas a decir. No entiendo por qué hay tan pocas lesbis en el mundo, si todo conspira para que una mujer sea lesbiana. Nuestro primero amor para todas, fue una mujer : mamá . Crecimos obsesionadas con sus tetas durante todo nuestro primer año de vida. En la tele y las revistas hay solo minas en bolas, provocando. Papá no nos dio ni pelota. Los hombres son toscos, y desprecian a las mujeres. Y lo primero que nos enseñaron a cantar es un himno lésbico: “Arroz con leche, me quiero casar con una señorita de San Nicolás. Yo soy la viudita del barrio de rey, me quiero casar y no sé con quién. Con esta sí , con esta no, con esta señorita me caso yo.” Y yo me caso con Laura. Aunque sea, para no tener que salir nunca más de levante en la vida. Ojo, no le vayas a contar que te dije eso.
La única forma de no tener que salir de levante es enamorarse. Y yo ya estoy enamorada de Laura. Es cierto que ya no es la cosa loca de los primeros tiempos, de desnudarnos en la cocina. Como en toda relación larga, llegamos a un punto en que no nos tiemblan las rodillas al vernos, pero nos gusta escuchar la voz de la otra en el teléfono. Más bien lo nuestro es una amistad con sexo. Y me encanta que así sea. Le saca la histeria al tema. Le saca la obligación de estar siempre cachondas. Vamos, seamos realistas, después de los 21, una no está siempre cachonda, A veces tenés más ganas de alquilar una linda película. Yo me alegro cuando Lauri llega, ella se alegra cuando yo llego. Ella sabe que la estoy esperando en casa y yo sé que ella me espera. A veces también me alegro cuando sale, y ella seguro se alegra de que me vaya y la deje un rato en paz, con la casa para ella sola. Cuando le digo esto se enoja, se cree que ya no la amo. Y no es así.
Por ejemplo, cuando pienso qué haría por ella que no haría por nadie más, yo creo que le donaría el hígado, un riñón o mi médula, si los necesitara y fueran tejidos compatibles. Quisiera que herede mis cosas. Quisiera criar un chico con ella, que alguien entre a disfrutar la buena onda que nos une. Quisiera conocer Egipto con ella. Y sólo con ella. Quisiera encontrar alguna loción que impida que se le caiga el pelo, con tal de no verla preocupada por eso. Quisiera conseguirle zapatos lindos y cómodos. Porque todos los zapatos lindos le resultan incómodos. Y crema chantilly que no engorde.
Quisiera que sus rosas trepadoras en el balcón se llenen de capullos todo el año, porque eso la alegra muchísimo. Quisiera que saquen el locutorio de abajo y en su lugar pongan una panadería, porque ella adora el olor a pan recién hecho. Quisiera aprender francés, porque a ella le encanta como suena. No seas loca, no anotes esto, que son tonterías que se me ocurren ahora. No estoy llorando, es una basurita que me encontró en el ojo. Si, si… también quisiera llorar con Laura. Y pedirle perdón por la cagada que me mandé aquella primera vez. Y decirle que la quiero, porque es cierto que no se lo digo todo lo que ella querría que se lo diga.
Bueno, si me dice que vuelva, que se agarre, porque se lo voy a decir cien veces por día. Se va a hartar de escucharlo.
Pero si ella no me quiere ver más, yo voy a quedarme acá con vos hasta que me eches. O hasta que encuentre algún departamento cerca de lo de Laura, así la veo por la calle, por lo menos. No me interesa conocer a nadie más. Moriré sola en mi departamento, ya anciana, arrugada, hecha mierda, apretando la foto de Lauri a mi pecho. Los vecinos lo sabrán porque llamarán a la policía avisando que sale mal olor del tercero “C”. Les va a costar reconocerme, porque el perro me habrá comido la cara. Eso sí, decíselo, que le va impresionar. Ja, si me la enganché a Lauri con una mentira, capaz que ahora la recupero con una culpa… ¿No te parece?

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