lunes, 22 de junio de 2009

Motivos por los cuales los hombres adoran el sexo oral





Cuatro motivos porque a los hombres les vuelve locos el sexo oral


Los hombres sienten tal debilidad por el sexo oral, que son capaces de poner en riesgo su carrera, exponiéndose ante la prensa internacional como cliente de una prostituta de baja estofa que les practique sexo oral en la vía publica, como sucedió con el actor británico Hugh Grant. Tan increíble resultó el incidente, que Hugh Grant siguió haciendo el papel de galán romántico aristocrático, como si aquello jamás hubiera sucedido, pese a que quedó fichado por la Policía de Los Ángeles por tal motivo.
¿Qué tienen de irresistible esa práctica?


1) El placer físico:
En primer lugar, el innegable placer físico del roce húmedo y rítmico, difícil de explicar porque si eso fuera el quid del placer, bailar bajo la lluvia debería ser orgásmico y en verdad es bastante incómodo y hasta riesgoso.

2) El placer psicológico:
Además de sentir un placer físico, él siente el placer psicológico de tener una mujer haciendo lo que socialmente se espera que hagan todas las mujeres: que bajen la cabeza y se olviden de sí mismas con tal de darle placer al otro. En ese acto, ella está íntegramente dedicada a su función ancestral de mujer, que la de satisfacerlo sin pedir nada a cambio, del mismo modo como lo trató su mami en los mejores años de su vida, los de su más tierna infancia.

3) El placer de la pasividad:
A esto se le suma el placer de que mientras el recibe sexo oral, no se espera de él que haga ninguna otra cosa más que gozar pasivamente, Y eso de “no tiene que hacer nada más que relajarte y gozar” es una excelente noticia para cualquier hombre preocupado por su performance.


4) El placer del silencio:
Y como si esto fuera poco, la mujer que lo hace, no habla. Y eso, para todo hombre poco afecto a escuchar que ella diga “hablemos de lo nuestro”, es un plus enorme.

Como vemos, entonces, para el hombre el sexo oral es un placer cuadruplicado en lo físico, emocional y psíquico.
La mujer, en cambio, no disfruta tanto como los hombres del sexo oral, porque vive pendiente de cómo está el otro- si está a gusto, si se come un pelo, si le molesta nuestra rodilla- y tanta preocupación por los demás le que quita capacidad de entregarse al placer. O sea que el hecho de tanto comer el pan quemado, la fruta marchita, la galleta rota y la carcaza de pollo, acaba quitándole a la mujer el placer en la cama.
Para pasarla bien en la cama, la mujer tiene que hacer lo contrario: tiene que permitirse buscar el placer activamente, ser muy clara y explicarle a él con ternura y paciencia qué debe hacer para que ella no prefiera ir a regar las plantas o jugar al solitario en la laptop. Hay mujeres que dicen “para qué, no tiene caso, si no entiende nada…”.
Quien dice esto no comprendió que en la cama hay que ser generosa.
Es que hay que hacerlo a la manera de la Madre Teresa de Calcuta: de manera solidaria, pensando que todo lo que convierte a un hombre en buen amante es lo que le han enseñado otras mujeres. Y si tú no disfrutas nada con él, al menos, tal vez gracias a lo que le enseñes, en un futuro a alguna pueda servirle de provecho.

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