lunes, 22 de junio de 2009

Titanic - ( Relato de amor cotidiano)


Es francamente insoportable.
Desde el estruendo que hace a la mañana al despertarse hasta cómo ronca a la noche, pasando por las horas que ocupa el baño, es insufrible.
Ya no lo aguanto más.
Esta relación se va a pique.
A la mañana pone el despertador. Al divino botón, porque no lo escucha. Podés tirar diez cañonazos de salva, y no los escucha. Soy yo la que tiene que sacudirlo “ ¡Ey!¿Vos no trabajabas los lunes?”.
Trato de seguir durmiendo, porque yo arranco más tarde. Pero el tipo prende las luces del techo, y me da como 1000 watts en cada pupila. Abre el placard de par en par y no sé si elige mucho la ropa o qué, pero le lleva media hora sacar un pantalón y elegir una remera. Tiene la manía de creer que las remeras se encogen después de lavadas, y se pone a estirarlas con un brazo, como haciendo flexiones, mientras yo estoy en la cama .Y yo tratando de dormir, y viéndolo estirar los brazos para un lado y para el otro, haciendo mierda la remera, y con miedo de que me noquee en uno de los estirones. Encima, con cada movimiento que hace saltan los resortes del colchón…y salto yo . ¿Quién puede seguir durmiendo así? Porque no es un alfeñique, pesa como noventa kilos.
A la mañana, se destapa él, levanta la colcha entera y me destapa a mí. Si a la noche tiene frío, tira de la frazada y me deja totalmente destapada, a mí, que soy friolenta. Pero generalmente tiene calor, y tira todo al piso, destapándome a mí. La cuestión es que siempre me destapa. Me saca de quicio.
No se qué hace con los zapatos. Calza 44, entonces si se le cae uno, es como que cayó la bomba nuclear. ¡Boooom! A veces salto del susto, pensando que rompió algo, o que explotó el calefón. Siempre deja varios pares sueltos al costado de la cama. No son zapatitos que si los empujás con el pie, se corren y podés apartarlos en el rincón, no. Podés patearlos y ni quiera se mueven. No los pateo, porque capaz que me fracturo el pie. Se va a la cocina, y me deja el piso de la habitación lleno de zapatones, es desesperante. ¿ Me voy a poner yo a guardar cada zapato que pesa dos kilos? Se lo digo, y me dice que a él le molesta que yo no le deje ni un cajón libre, que no tienen lugar para sus cosas. ¿Qué le voy a dejar , si acá ya no hay lugar para mis cosas, tampoco? Además, una mujer precisa más lugar para sus accesorios. Yo tengo bijoutería, pañuelos, foulards, remeritas, lencería. Para él, con un cuarto de placard para sus remeras y pantalones, le tendría que alcanzar. Pero se queja igual, de jodido que es. Y no sabe poner orden ni hace pedacito que le toca.
Al cambiarse los pantalones acomoda las cosas en los bolsillos como si quisiera hacer el mayor ruido posible No sé que hace, pero sacude monedas, cuenta plata, tintinea llaves, cambia moneditas de lugar, las tira sobre la mesa de luz para ver como suenan. Cualquier cosa con tal de no dejarme dormir un rato más. Tiene un llavero más grande que el de San Pedro. No se para qué. De todas esas llaves, usa tres. Pero suenan como las campanas del Vaticano. Un estruendo.
Ah, y las toses. Hace cuatro años que dejó de fumar, pero a la mañana me ofrece un concierto de toses y gargajos que creo que en un hospital de enfermedades respiratorias no escuchás tantos ruidos. Yo le digo que empiece a fumar otra vez, con tal de no escuchar esos sonidos tan desagradables.
Y lo del baño. No puede ser que un tipo, que ni siquiera se afeita, porque usa barba, se quede más tiempo que yo en el baño cada vez que se ducha. ¿Qué se cree, que está en un spa, o en un centro termal? ¡Por favor, a las nueve de la mañana la gente normal se apura!Para mí que se queda en la ducha dos siglos, sintiendo como el agüita le baja por la espalda. Después no sé si se corta los pelos de la barba, de las orejas o de la nariz, pero el lavatorio termina hecho un asco de pelos cortados. Y mejor que no quiera usar le baño para hacer sus cosas. Porque aunque él dice que no se lleva lectura al inodoro, un tipo adulto y sano y si sin problemas de oclusión intestinal no puede pasar cuarenta minutos sentado en el trono, y otros veinte en el bidet. Le van a salir hemorroides de tanto estar así. El aroma que deja es como una bomba biológica, después del concierto de ventosidades varias. Y soy yo la que tienen que andar corriendo atrás con el desodorante de ambientes en aerosol, aroma jazmín, porque le ponés tres tubos adelante y no los ve. Y lo de la garganta ...tiene la teoria que una buena dentadura y una laringe sana e consiguen cion gargaras de agua con bicarbontao y no se que mas . Se pone a hacer las gragaras y creo que ahi si , despierta a los vecinos . Cada dia de la vida . No le puieden faltar. Le pregunté a nuestros dentista y me dijo " a mi no me eche la culpa que yo no le dice nada de eso ...son mambos de él "
Además, no puede salir del baño sin cerrar la puerta de un portazo que hace temblar la casa. No se porqué, pero a la puerta del baño la quiere dejar giratoria. Ya hay rajaduras al costado del marco, y dice que no las hizo él, que en todas las casas el material “trabaja”. Pero no deja de dar portazos.
Cada santa mañana del año me deja la cama deshecha- que la haga Mongo-, y el toallón empapado sobre las sábanas. Cada santa mañana le explico que después de usarlas, las toallas se cuelgan en sitio aireado para que se evapore su humedad, que si no, de color rosa va a pasar a color verde moho, por no hablar de que al mojarse la sábana con el toallón no puedo hacer la cama hasta que se seque, o las tendremos con lindos lamparones de un tono Roquefort. No, no le entra en la cabeza. Para él, los toallones mojados van sobre la cama, o peor, sobre el piso. Porque todo lo que esta en el piso, no lo ve. A veces fantaseo con matar a mi suegra y dejarla en el pasillo que va al baño. Te juro que él no la va a ver. Mucho menos, levantarla. Va a levantar el piecito para pasarle por encima, ida y vuelta , mil veces . Lo que yo no levanto, queda ahí. Una vez tiré papelitos con fecha y hora, para demostrarle que estaban en el piso desde el 6 de junio pasado a las 9 de la mañana. Me discutió que ayer ese papel no estaba ahí, el muy testarudo. No volví a repetir el experimento porque soy yo la que no se banca ver las cosas en el piso. En la convivencia, siempre pierde el más prolijo y gana el que le importan menos vivir con dignidad. .
Otra cosa que me irrita es su manera de hacer el desayuno para él solo. No es capaz de calentarme un café. Cuando yo tomaba mate y él café, se hacía el café, y no era capaz de calentarme agua para el mate. En resumen, no es capaz de prepararme un desayuno. Me dice que para qué va a prepararlo, si nunca sabe cuándo me levanto. Y que si lo hace, para cuando yo esté lista, estará frío. Y a mí que me importa que se enfríe. Lo que me importa es que él me prepare algo. Dice que siempre me quejo de lo que me prepara, porque el café tiene mucha leche, o está muy flojo, el mate está quemado, frío o lavado. O que le digo quién te dijo que quiero una tostada, y menos con dulce de naranja. Es que ya debería saber que le gusta solo a él. Es cierto. A veces quiero una tostada y a veces no. ¿Por qué tengo que desayunar lo mismo cada día, como hace él? Tengo días en que me levanto queriendo comer fruta, y otros que no te pruebo una fruta ni loca. Bueno, que pregunte, estoy a un metro de distancia, qué le cuesta preguntar. Ah, claro… como pone la radio a todo volumen para escuchar las noticias no escucharía mi respuesta. La peor radio de todas, una donde todos se ríen como gallinas cacacareantes a las ocho de la mañana. Por Dios, de qué te podés reír a las ocho de la mañana sin tomar gas hilarante. A él le divierten esos pavos. A mí me irritan terriblemente.
Así que a esa hora él hace su café, y se queda veinte minutos agarrado de la puerta de la heladera, como si se fuera a caer si la suelta, mirando el interior del aparato. No sé qué le encuentra de lindo a contemplar una bolsa con zanahorias como si fuera un Van Gogh. Le pregunto qué hace y me dice “nada”. Claro que nada, ya veo. No sé si espera que se le materialice una longaniza, o una torta Selva Negra. Pero si anoche se quedó diez minutos mirando la heladera, debería saber que esta mañana no vas a encontrar nada nuevo. ¿Anoche saliste a las tres de la mañana a comprar mermelada de frambuesas, jamón serrano, queso gruyere y facturas vienesas? Yo tampoco, así que qué tanto mirar la heladera.
A veces pienso en escribirle una lista de lo que hay en la heladera, y pegársela en la puerta, porque va a terminar rompiéndola de tanto colgarse el abrirla. Te cuento lo que hay, querido : medio limón , aceitunas negras, media lata de tomates, un ají verde, una manzana vieja, tres huevos, medio pan de manteca , una cerveza empezada , un repollo, dulce de naranja, queso crema y medio salamín . Nada para la mañana, excepto el dulce y la manteca. El pan está en el freezer, como siempre.
Además tiene la rara habilidad de hacer llamados telefónicos antes de salir, justo cuando yo tengo que hacerlos. No sé por qué se le ocurre que yo puedo llamar a la noche. Yo también agarro a la gente en su casa a la mañana o no la agarro más. Encima.
Él llama para que le hablen, no para hablar él. Porque lo escucho media hora diciendo si -, si , si , si , no, claro, si , si, si . Si era el otro el que tenía que hablarle, ¿por qué no llamó el otro? Y yo llego tarde al trabajo esperando que él largue el teléfono.
Está bien, reconozco que mi horario de trabajo es más flexible y puedo hacerlo, pero caray, a veces no quiero hacerlo. Otra cosa que me rebela es que apenas el gato hace miau, el le llena el plato con alimento balanceado. Cuando ya le dije que hay que darle de comer las sobras , y el balanceado es para dárselo a la noche, así nos deja dormir. Porque si al gato le das de comer dos veces por día, termina como Garfield. Y si le das a la mañana, no molesta a los vecinos, pero a la noche no duermo yo, porque se la pasa maullando de hambre. Si lo acostumbramos a que coma de noche, a la noche no va a hinchar. Claro, lo que pasa es que como él duerme como un tronco, no escucha los maullidos. Yo sí. Bueno, no lo entiende. El gato lo mira como carnero degollado, y el da Fat Cat sabor ratón, o como se llame.Antes de irse decide cambiarse de campera, porque la que lleva le parece muy pesada o muy liviana. Otra vez el concierto de las moneditas. Y despues pierted las llaves y revisa toda la casa otra vez . "¿ No viste las llaves?" me dice mientras intento terminar un sueño en el que Goerge Clooney y Javier Bardem se peleaban por mi . " Si , las tiene Goerge Clonney en la mano, se las veo ...no mentira, las estoy viendo levitando al lado de tu oreja ...y eso que desde anoche que no abro los ojos" , lo jodo.
A lo largo del día me llama, siempre me llama, para avisarme boludeces deprimentes “El estereo no tiene arreglo”, “No se consiguen repuestos para la procesadora. Les dije que se la guarden.”; “No consigo plomero que pueda venir esta semana”, “Tu auto tiene el embrague hecho puré” . O peor, me pregunta “¿Alguna novedad?”.¿Qué novedad quiere que le diga? ¡Un ovni se llevó la ropa colgada! ¡Nos ganamos la lotería de Transilvania!
Después, a la noche viene oliendo a faso, porque en esa oficina todos fuman, y vuelta a colgarse media hora de la heladera. Y a preguntar qué comemos. Eso me vuelve loca. Y a meterse en la cocina a picar lo que yo esté cortando. Quiero hacer una tortilla de jamón y queso, y me deja en dos minutos sin jamón y sin queso. Entonces le digo que ahora no le hago nada tortilla, que le hago un huevo duro. Y me pone cara de asco. Y me pregunta por qué le pongo tanta sal al agua, que un desperdicio. Cómo se nota que no sabe hacerse un huevo duro, y que no conoce el precio de la sal. Y por qué al tomate le ponés tanto aceite. Porque siempre lo comes así y si no me ves hacerlo, no decís nada, caracho. Y que por qué no le ponés ajo. ¡Ajo! ¿No le importa tirarme encima aliento a ajo? Y aplaude cuando le digo que hay churrasco. Pero después no lava la plancha. Lava solo los platos. La plancha, en vez de lavarla, dice que me la dejó en remojo, porque tiene mucha grasa que no sale, y pesa mucho. No, no se enteró de que existe el polvo limpiador y las esponjitas metálicas. Dice que sabe, pero que no la encuentra. Uf.
Cuando le doy sobras recicladas, en vez de decir no mi amor, dejá que pido un matambrito a la pizza o al verdeo, o una Suprema a la Maryland en el boliche de abajo, se sienta y dice bueno, y se come lo que le des, onda compactadora. Entonces para que cuerno voy a hacer lomo mechado con ciruelas. Es un asco.
Ayer fue lata de atún con tomate. Bien dietético. Y deprimente. Yo por lo menos, prefiero bajarlos con algo de pan, para comer algo consistente. Pero siempre tengo que ser yo la que se levanta a buscarlo. Si va él, primero se pasa media hora preguntando dónde está el pan. En el freezer, le digo, el que busca encuentra.
Acá no hay nada, dice él.
Y te juro que aunque tenga el pan delante de los ojos, no lo ve, porque dice que el freezer es un despelote, que todo es igual, que no se distingue el pescado de la torta, que por qué no tiramos todo, que debe estar viejo. Ni se da cuenta de que soy yo la que se queda en casa los sábados cocinando para meter en le freezer y comer variado cada tanto. Si le pongo unas lasañas rellenas de nueve meses, éste se cree que las hice en diez minutos, que es lo que me lleva calentarlas en el microondas. Si le traigo un recién nacido, capaz que también se cree que lo hice en diez minutos.
Después tarda media hora en separar una rebanada de pan congelado de otra, y otra media hora en descongelarla al mínimo en el microondas. Yo le digo que lo ponga al máximo 10 segundos, pero no, él lo pone al mínimo dos minutos, así, de puro caprichoso. Si le pido que se apure, me descongela medio kilo de pan de una , y después tengo que tirar todo lo que no usamos.
En la cena, no me habla, o habla boludeces .
Que la pared está fea, que no encuentra el cinturón gris, que Núñez le dijo que van a arreglar para ir los dos este fin de semana a jugar al tenis. Bah, hace diez años que Núñez le dice que tienen que arreglar para jugar al tenis el fin de semana, y nunca van. Se lo dije y se ofendió. Le dije que si no concreta de una vez, es todo blablabla . Y me dice que no tendría que contarme nada, porque todo se lo critico. Entonces doy por terminada la cena.
Porque me irrita ver que se toma un litro de soda en dos minutos, y cómo come el pan, sacándole la miga y comiendo la corteza y después amasa las migas como si fuera plastilina y me deja esas bolas de miga ahí que parecen mocos gigantes. Y me dan tanto asco que no quiero ni tocarlas.
Levanto los platos y le digo que traiga los vasos. Me pongo a lavar los platos y me dice por qué no uso el agua caliente, porque con el agua fría no se lavan bien. Y yo le digo si sabés tanto porqué no los lavás vos. Tiro la esponja, al diablo con esto de querer hacerme el ama de casa perfecta, y me voy a terminar unos papeles que tengo que llevar mañana al trabajo. Un plomo, interminable, no logro concentrarme. Ruego que en ese tiempo él no tosa y escupa gargajos. Y tose y escupe gargajos. Y, lo que es peor, silba como un portero lavando la vereda. Lo peor no es que silbe. Lo peor es que silba tangos. ¿No es deprimente? Ni siquiera una música inventada, o algo de rock. Tangos. Tiene la mentalidad de un viejo choto.
Cuando se me caen los ojos de cansancio, paso por la cocina a ver cómo la dejó. El trapo rejilla hecho un bollo detrás de las canillas, empapado, cosa de que se pudra rápido. La basurita de la pileta acomodadita al costado de la mesada. Si la sacó del agujero del desagüe, ¿ qué le costaba tirarla a la basura? No, él es fino. Va mami y la tira, ya que mami hace todo. Un asco. Exprimo y estiro el trapo rejilla sobre la manija del horno. Apesta.
.¿Le dio de comer la gato? No, se lo tengo que dar yo, como siempre.
¿Guardó la mayonesa en la heladera? No, me quiere matar con sobredosis de salmonella. ¿La soda donde está? Calentándose en la mesa. Ja, después la quiere fría. Si uno lava los platos, se supone que tienen que guardar lo demás, ¿no? Pero no, si no voy yo, queda todo afuera toda la noche. No digo nada por no discutir más.
Voy al dormitorio, los zapatos están en el camino, por supuesto.
Y ahí está la morsa, tirada en la cama cuan larga es, mirando cualquier cosa en al tele.
Y cuando digo cualquier cosa, es cualquier cosa: propagandas de Sprayette, desfile de modas, un partido de fútbol Armenia. Tukmekistán , un pibe baleado en Crónica, una documental de una fábrica de coladores , un candidato a primer ministro en Chechenia . Cualquier cosa.
Y lo peor: se lleva un café a la cama. Después de lavarse los dientes toma un café, con lo cual le digo que se le van a pudrir los dientes con el azúcar. Y él me dice que le pone poca azúcar, que no alcanza para pudrir dientes. Bueno, que le cuente eso al dentista. Además, el café es para despertarse, ¿no? Entonces no se entiende para qué diablos se lleva un café a la cama, si lo que hay que hacer a esa hora es dormir.
Cuando se da cuenta de que me estoy por acostar, saca su ropa de arriba de la cama y ahí van rodando miles de moneditas, botones, fichas de video juegos, que se yo qué cosas que se le caen de los bolsillos y ruedan por el piso, todas las santas noches de mi vida. Él no se agacha para levantarlas, y quedan ahí. Como sus calzones, sus remeras. Todo por el piso. Con suerte, hace una torre de ropa en el respaldo de la silla junto a la cómoda, que a veces se cae de espalda con tanto peso.
Suspiro y empiezo a buscar perchas para colgar los pantalones. “No guardes nada, porque todo lo necesito a mano”, me dice. ¿Qué necesita?¿ Cuatro camisas, dos remeras, un vaquero, un short , un pantalón de corderoy y un polar? ¿Por qué necesita todo a mano? ¿Mañana se va a trepar e Aconcagua? ¿ O se piensa fugar? ¡El favor que me haría!
Y ahí sí que me broto. Y le pregunto por qué dejó el trapo rejilla hecho un bollo. Y me dice que igual ya hay que tirarlo, porque apesta y es puro agujero. Y le pregunto por qué tengo yo que tirar la basurita de la pileta. Me pregunta qué basurita. Nada, le digo.
Estoy tan furiosa que no creo que pueda conciliar el sueño fácilmente.
Bueno, ya se pudrió todo. Perdido por perdido, le pregunto si se acordó de pagar las expensas. Uy me olvidé, me dice, si no me avisás no me acuerdo. Te avisé tres veces, le digo. Me olvidé tres veces, me dice. No sé cómo vivís teniendo tan poca memoria, le digo, de morfar no te olvidás nunca. Si tenés tan buena memoria, por qué no las pagas vos, me dice. Porque no puedo ir al banco en toda la mañana y vos sí, le digo. Pagalas por Internet, me dice. Pagalas vos por Internet, le digo, que no entiendo cómo funciona y voy a terminar regalándole la plata al candidato a primer ministro de Chechenia.
Gracias a tu mala memoria mañana pagamos punitorios, le digo.
Mañana hablo con el administrador para avisarle que pago, me dice.
Oh, no, ahora tengo que ocupar medio cerebro mas haciéndote acordar que hables con el administrador, le digo.
No me rompas las pelotas, me dice el conde.
Mirá esas luces del techo, se están por caer, protesto, por cambia de tema.
Yo lo arreglo en el fin de semana, me dice, bufando.
Pero el ventilador de techo este nunca fue muy normal, lo instalaste como el culo, le digo. Se bambolea de un lado para otro y un día se va a soltar nos va a rebanar las cabezas a los dos, le digo. Bueno, saldremos en Crónica, me dice el chistoso. Pareja muere semidesnuda decapitada en su propia cama.
Y lo quiero matar porque mientras me hace esos chistes patéticos está mirando un programa boludo de la rai, donde un pelado narigón trata de bailar con una mina en bolas con plumas en el orto. Entonces le arranco el control remoto de las manos. Aunque nos caemos de sueño, los dos queremos ver un poco más para irnos de esta realidad de ventiladores asesinos, mayonesa caliente, procesadoras sin respuesto y estereos kaput.
Con el control todo mío, paso animadoras, trolos, coladores, dinosaurios, nardalepes, futbol, cartoon network, jetix, sony, isat , cnn, tnt , mtv, cosmo, hallmark, animal planet , infinito y no vemos nada de nada de nada de nada . Hasta que veo a Jack decirle a Rose que se agarre fuerte, que ella tiene que vivir. Y ella, que se salvó del hundimiento, no quiere salvarse. Quiere que él salga del agua helada. Pero en la balsa improvisada no hay lugar para los dos. Y Jack le pide que no lo olvide, porque el siempre la amará, y le ruega a ella que sea muy feliz en la vida. Rose está desesperada porque el se está congelando, ya tiene labios azules, y no quiere salvarse sin él. Pero él quiere que se salve ella . Los dos, agotados, se quedan dormidos. Rose se despierta e intenta despertarlo. Él esta cubierto de escarcha. Y ella le mueve las manos, lo llama, el ya no responde. Y así, a Rose se le hunde su gran amor, perdiéndose en el fondo del mar.¿Se puede amar tanto, tan de golpe? Claro que sí, especialmente si no llegás convivir con tu amor.
Vi esa película diez veces y las diez veces lloro, infaliblemente. Un amor tan fuerte, tan puro, que duró tan poco. Una crueldad del destino. Ellos tenían que salvarse y vivir juntos, y tener hijos, y amarse para siempre, toda la vida. Pero no pudieron.
No, si me acabo de poner firme con el pago de las expensas, no puede verme lagrimeando porque di Caprio se muere.
Entonces no me seco las lágrimas para que él no descubra qué cursi y floja que soy.
Pero qué me preocupo si seguramente ya está roncando, porque no se mueve.
¡Qué va a ver Titanic!
Lo espío de reojo para ver si se durmió. Le veo la mirada húmeda fija en Rose. Y cuando ve que lo miro, dice qué linda ésta película. Me sonríe, porque ve que yo también estoy llorando, y me seca la lágrima con la mano. Me rodea los hombros con su brazo, y apoya mi cabeza en su pecho peludo. Me da un beso en la frente, y después en los ojos, y después llega a mi boca. Y me besa suavemente los labios, y siento su aliento dulce a café. Me toma la nuca con su manota, y se concentra en mi boca. La invade, la explora, la conquista, la revuelve. Me pone la otra mano en la pierna. La toca, la tantea, la goza, como un ciego, como si fuera la primera vez que me toca, como si fuera la primera vez que toca a una mujer...asi descubre mi cuerpoy me lo hace descubrir a mi. Sube la mano, me acaricia la cola, me mete la mano en la raya y sube por la curva de mi cintura y la espalda, suave y firmemente. Yo me sorprendo acariciándole esos muslos que siguen duros y firmes como si siempre hiciera tenis, y esos hombros tan fuertes que ni se ven bajo las remeras estiradas.
Me mete la mano debajo del camisón y me toca un pecho. Lo rodea con la mano, lo amasa, lo besa. Y me pasa la lengua por el cuello, los pechos, el ombligo, la ingle, hasta que me besa abajo de todo, como si fuera otra boca, ansioso, insistente. Y me vuelve loca de deseos.
De pronto, se levanta, me saca el camisón, se saca el boxer y se enrosca sobre mi cuerpo, como una boa constrictor de animal planet . Me recorre y me envuelve. Y los dos nos hundimos en abrazo, coordinando un ritmo de intenso placer, emocionados como una película de hallmark, porque él me conoce y yo lo conozco y sabe dónde vibro y sé cómo le gusta. Me sacude, me destapa, me derrite, me desarma, me hace suya y nos quedamos abrazados en un orgasmo fabuloso, de otra dimensión , surrealista como los programas de infinito, y dormidos abrazados, enganchados uno con el otro como para que ninguno de los dos se hunda en el océano helado.
A la mañana suena el despertador.A las seis en punto . El perro del vecino lo escucha y ladra . Él no lo escucha.
Lo sacudo para que se despierte, y se levanta, haciendo saltar toda la cama.
Enciende las luces, abre el placard, estira sus remeras con esos brazos demasiado largos , tose como un camionero, tira sus zapatos al piso como si fueran misiles y me despierto justo para ver su espalda inmensa entrando al baño, que ya sé que cerrará de un portazo que hace vibrara los vuidrios de la ventana .
Y no puedo evitar sonreír, mientras pienso, orgullosa, “es mi hombre”.

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